Más Que Espacios. Lugares de encuentro.

Este año la Plataforma Nave Boetticher ha puesto en marcha el proyecto Más Que Espacios (+QE) conjuntamente con la URJC, Madrid Borde Sur, AV San Cristóbal y Casa San Cristóbal (MonteMadrid) para trabajar en aquellos espacios residuales de San Cristóbal. Espacios interbloques cuya gestión queda en un limbo, pero que son parte de los barrios y cómo tal, se viven, transitan y ocupan. Son parte de la trama urbana y de la vida comunitaria.

+QE quiere poner el foco en esos espacios que coloquialmente podemos llamar entre bloques o interbloques. Zonas de paso, sin usos definidos, estética a veces descuidada, en los que se cruzan personas, pero raramente se paran; donde se percibe reposo, tranquilidad, y en otras, en cambio, temor e inseguridad. Antesalas de las casas. Pasillos que no van ni vienen de ningún lugar concreto. Ocupados por herbáceas, a veces, también, con algún arbolado en la parte central arenosa. Sitios donde se aparcan las bicis. Ocasionalmente, zonas de jolgorio que tensiona la relación con quien busca descanso.

La ciudad, los barrios, son también estos espacios. Y pensar en ellos, actuar sobre ellos, es construir comunidad. Así lo comprobamos en la acción Intercampas 2021 en San Cristóbal.

San Cristóbal es uno de los barrios con más población joven de Madrid, por lo que es normal que existan diversos campamentos, alternativas de ocio que posibilitan la conciliación del trabajo con los cuidados. Estos campamentos se juntan en un día para que los jóvenes se encuentren en un evento: el Intercampas. El contexto sanitario este año tampoco lo ha permitido, pero esto no ha evitado buscar vías que conecten a los jóvenes, ya no desde la presencialidad, pero sí desde una acción común. Así los monitores de ECYS, EIM, PIC, Servicio de Educación Social y las parroquias han organizado una yincana común donde recorrer lugares del barrio superando divertidas pruebas relacionadas con el medio ambiente, acción que se enmarca en la campaña de Limpieza y Cuidado del Barrio que se está desarrollando desde la Mesa Comunitaria de San Cristóbal. Además, se ha planteado una acción colectiva, algo a realizar en el espacio público , y es ahí donde la propuesta de +QE se ha sumado a colaborar.

Siguiendo el propósito de repensar cómo podría ser el espacio público, planteamos una mañana de juego donde los jóvenes pudieran ser “constructores de su propio barrio”. Se les facilitó algunos materiales (maderas, cajas de fruta facilitadas por las fruterías del barrio, algunas plantas cedidas por el CEE Ponce de León). Con estos, les propusimos que ellos mismos generaran un espacio más amable, divertido y verde. Y no defraudaron. Llenaron el espacio de color, desde zigzagueantes recorridos hechos con cintas de colores, hasta cajas de frutas reconvertidas en maceteros. Distribuyeron las maderas dando lugar a “pequeñas plazas” con sus jardineras. Dejaron mensajes positivos en los árboles, que reflejaban diferentes colores en el suelo… En definitiva se imaginaron un espacio público propio, pero que todo adulto que pasaba admiraba y compartía como algo suyo también. Un lugar anodino, de paso al tren, quedaba más bonito. Pero además, la forma en que se estaba haciendo: desde la creatividad, la colaboración, el cuidado, la risa, la convivencia, desde la mirada de los jóvenes, resultaba reconfortante y motivador.

Pensar este tipo de actividad también implica cuestionarse aspectos como ¿Se puede pintar con tiza en el suelo? Todos somos usuarios del espacio público, pero sin embargo, no sabemos hasta que punto podemos llegar a utilizarlo sin tener que llegar a pedir permisos para ello. Temas como pintar con tiza supuso un trabajo previo de investigación para averiguar que en Madrid si se puede, pero que en otras ciudades habría que haber pedido un permiso ¿Os imagináis pidiendo un permiso de pequeñas para pintar con tizas en un parque? Todos, de pequeños, hemos sido vándalos sin pretenderlo, sin maldad, sin reivindicación, sólo por el hecho de estar en la calle, ocuparla desde el juego y la imaginación . El uso de las calles, plazas, parques se encorseta en procesos administrativos, y plazos extensos que inhiben lo espontáneo, bajo un proceso que se sustenta en la cautela y precaución, se limita las posibilidades de uso y las formas de estar y ocupar lo público. Lógicas que se oponen a la idea de barrios vivos, donde sea posible experimentar formas diversas de encontrarnos, de hacer y estar en la calle.

Acciones como la llevada en el Intercampas no sólo permiten que los peques se divirtieran y pasen una mañana diferentes, sino que todas las acciones trabajadas con sus monitores (en esta y otras actividades) motivan el arraigo, promueven una conciencia ambiental, activan la imaginación y abren nuevas formas de mirar los lugares que recorren/recorremos.

Para los “adultos”, también, en ese juego encontramos alternativas para que la acción colectiva tenga cabida, sin que ello redunde en problemas de convivencia o que al poco degraden el espacio (donar las plantas para que no se marchiten, contar con la colaboración de vecinas para que cuando se degrade el espacio recogerlo…). Aunque efímero, el espacio público se convierte en un lugar común, son actividades que nos reconcilia, algo, con el lugar que habitamos. Experiencias de aprendizaje y pasos para que esos interbloques sean más que espacios, sean barrio.

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