El gran parón

URGE UN PLAN DE CHOQUE SOCIAL

La aparición de un fenómeno de dimensión global, como la pandemia sanitaria que estamos
sufriendo, nos ha llevado a una situación de emergencia desconocida antes. Vivimos desde el 13 de marzo confinados en nuestras casas.
La crisis sanitaria con el coronavirus propagándose exponencialmente y colapsando el sistema sanitario obliga a parar la actividad productiva los que disparara las cifras del paro a niveles históricos. El Gran Parón y la crisis económica. En el mes de marzo en la ciudad de Madrid ha habido 70.000 afiliados menos a la Seguridad Social. Y asoma la crisis social, miles de personas que se empobrecen, pierden sus trabajos precarios, cierres de empresas y comercios y la amenaza en los hogares para poder atender las necesidades básicas: alimentos, pagar el alquiler o la hipoteca, los recibos de la luz, el gas. Y las colas en los comedores sociales que se improvisan por las redes de apoyo, se desbordan.
Cada uno de los lados de esta situación crítica marca un fracaso, señala la causa y, por tanto, la necesidad de actuar en consecuencia. La crisis sanitaria y la saturación de centros, hospitales y UCI´S insuficientes, ponía en evidencia la debilidad de un sistema de salud público que desde hace 15 años se ha venido liquidando, por recortes mientras se apoyaban grupos sanitarios privados con dinero público. Cuando la seguridad que supone el Estado de Bienestar descansa sobre carencias severas, solo es un espejismo. El fracaso de la privatización.
Solo la profesionalidad y el compromiso del personal sanitario ha permitido afrontar la situación aún en condiciones de riesgo, con gran falta de recursos. La lección aprendida es que la sanidad ha de ser 100% PÚBLICA. También se ha dejado sentir, ahora que no hay medicamentos ni vacunas para este virus, la falta de inversión en investigación y ciencia que hemos venido sufriendo, sistemáticamente. Un despilfarro de jóvenes profesionales desaprovechados y la actividad investigadora sin el impulso publico imprescindible.
La falta de material, desde guantes, mascarillas, batas, a respiradores, test rápidos, evidenciaba que estábamos en un colapso de la demanda. Muchos países comprando, con igual urgencia, un material que se produce fuera. Aquí no se produce ni siquiera para garantizar un nivel deseable de autoabastecimiento a escala nacional, o a escala de región. La deslocalización industrial, que tiempo atrás se llevó el trabajo lejos, ahora muestra la importancia de la pérdida de trabajos socialmente necesarios, de la actividad productiva local. Una asignatura que vamos a tener que aprobar de ahora en adelante. Hay que recuperar en el distrito de Villaverde, en el conjunto del Sur madrileño, la producción como un factor estratégico para el abastecimiento de bienes de primera necesidad, la relocalización de la actividad productiva. Genera valor, crea empleo, dinamiza el territorio, aprovecha su localización de proximidad y comunicación.
Otro aspecto fundamental es la profunda crisis social que se viene encima. En Villaverde el
impacto deja ver que será muy severo, porque previamente la vulnerabilidad social ya estaba
muy extendida por esta comunidad. Ahora, en peores condiciones, nuestros barrios se
enfrentan a una riada hacia la pobreza. Hay que reparar en que esta crisis del coronavirus
aumenta las desigualdades, castiga más a los más débiles, a los que ya concentran más carencias y cada vez, menos derechos y servicios, aumento de la desigualdad, entre los más desiguales.
Cómo se puede ver en materia de Formación, muchos jóvenes estudiantes sufren la desconexión educativa por el cierre de centros. No todos pueden acceder a internet, y seguir las clases porque carecen de un ordenador en su domicilio y eso aumenta la brecha de forma inmediata, descuelga a una parte de los alumnos de su propio curso y entorno escolar. La brecha digital como expresión de una emergencia educativa sobre la que hay que actuar.
En Villaverde es necesario un Plan de Choque Social, que incorpore la regeneración del espacio industrial degradado para activar nuevas implantaciones y una restauración ambiental reparadora social y ecológicamente. Que combine MEDIDAS INMEDIATAS (que mitiguen los efectos) con otras de mayor alcance, a más largo plazo, previas a cambios más profundos, sistémicos.
Existen mecanismos y recursos disponibles para ponerse a trabajar sin perder tiempo, porque hay una urgencia social que no puede esperar y porque hay que afrontar la vuelta a una nueva y desconocida normalidad.
Un factor fundamental a tener en cuenta es la importancia del capital social existente en el distrito de Villaverde. Un poso de cultura de la solidaridad de ayer, que es parte de su identidad en ese pasado de emigración y fábricas. Hay que movilizar esa identidad de barrio con derechos, que pervive aún aquí, como evidencian las redes de ayuda que están organizando asistencia a los más desamparados, solos, necesitados. Las redes vecinales de apoyo se están revelando imprescindibles en la gobernanza. Un tejido social y asociativo solidario y colaborativo.
Contamos con un equipamiento excepcional: la Nave Boetticher, un espacio para la formación
tecnológica y una oportunidad educativa para el futuro de los jóvenes de Villaverde donde
desarrollar iniciativas innovadoras. Tenemos un polígono industrial con un gran potencial de
recuperación de la actividad productiva, ahora ya avanzada, y con mayor cualificación. La nave podría ser habilitada para empezar a acoger iniciativas de producción con impresoras 3D. La vinculación Nave Boetticher-polígono industrial es más imprescindible que nunca. Un motor de encendido para el distrito.
Faltaría, la mediación, la interlocución con las administraciones. Y eso exige reconocimiento
mutuo, voluntad de diálogo y objetivos comunes de mejora en un territorio muy dañado. Por
eso, nos dirigirnos al Ayuntamiento de Madrid, para hacerle llegar nuestra propuesta y abrir un proceso de diálogo para la intervención.
Plataforma Nave Boetticher.
Mayo 2020

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